Los gatos felices necesitan rascadores apropiados. De lo contrario, elegirán de forma natural un pequeño número de objetos domésticos para el lijado de sus uñas, que incluirán casi inevitablemente el sofá.
El primer paso para evitar que arañe la casa es proporcionarle zonas de rascado atractivas para él. «Para ello, es importante observar los gustos del felino y qué muebles u objetos utiliza para rascarse», reconoce la Sociedad para el Cuidado del Gato. El truco es observar y darle opciones similares, pero aptas para él. Las preguntas que hay que hacerse son las siguientes:
- ¿Dónde están situadas las zonas de rascado del felino? ¿Usa áreas cercanas a su cama o prefiere rascarse en el felpudo del descansillo?
- ¿Qué aspecto y textura tienen? ¿Son suaves, como un sofá, o gruesas y rugosas, como las patas de la silla?
- ¿El gato emplea objetos verticales (patas y postes) u horizontales, como un felpudo?
Observar al amigo de cuatro patas para poder responder a estas interrogantes es la primera clave para entender sus preferencias de rascado.
Una vez conocidos los gustos de rascado de uñas que tiene el gato, hay que sustituir los objetos domésticos por rascadores lo más similares posible. Estos elementos deben cumplir las respuestas obtenidas en el primer apartado.
«Hay que colocar los rascadores autorizados para el felino cerca de las zonas inapropiadas de rascado que ya estaba utilizando», añaden estos expertos. Importante: hay que asegurarse de que el nuevo rascador es estable y no se mueve mientras que el gato lo usa. Estos rascadores pueden ir, poco a poco, alejándose de los muebles que antes empleaba el felino y ser colocados en las zonas deseadas.
Los gatos aprenden y, por supuesto, pueden ser educados. Pero, como las personas, los felinos aprenden poco a poco. ¿Qué hacer, entonces, si el gato araña los muebles a pesar de seguir los consejos descritos?
«Regañarle solo funcionará si le sorprendemos in fraganti rascando sus uñas en los muebles», concluye un estudio sobre comportamiento felino elaborado por la Universidad de Illinois (EE.UU). Reprenderle, siempre con palabras suaves para que lo entienda, pero después de que lo haya hecho, será inútil. Además, solo se logrará atemorizarlo y que pierda su confianza en nosotros.
Pero, ¿qué hacer cuando se atrapa al felino «con las patas en la masa» arañando el sofá? Entonces hay que tratar de decirle «no» y llevarle al rascador. Poco a poco, entenderá que es el sitio donde arreglar sus uñas.